Migración

Migré este blog a un dominio propio hace casi dos años, saliendo ya totalmente del anonimato, tal vez en un gesto suicida porque, al final, mis blogs acaban siendo (siempre) íntimos. Como no dije nada, y antes de que algún día borre, definitivamente, éste, por si alguien tiene interés, me encontraréis en monicasegura.com. Para cosas mucho más ligeras y con intencionalidad totalmente diferente: curioseandoporelmundo.com

Seguimos blogueando poco, escribiendo poco, pero manteniendo pequeños reductos para canalizar letras y pensamientos 😉

Publicado en General | Deja un comentario

Cosas que hacen que un@ se sienta especial

A veces olvidamos lo importante que es decir las cosas importantes, las de verdad, las del fondo, las que se sienten y a veces se sientan al fondo y nunca levantan la mano. A veces olvidamos lo importante que es hacer sentir a alguien especial o importante, no por grandes proezas sino por ser simplemente quien es haciendo lo que sea que haga, viviendo lo que sea que viva. A veces olvidamos lo importante que es hacer sentir a los demás cuánto nos importan. A veces olvidamos valorar cuando alguien lo hace.

Hace años que me emperro en hacer partícipes a cuantos quiero de que lo hago, a mi manera, como buenamente puedo, con más o menos acierto, con mayor o menor gracia, a veces incomodando a algun@s que huyen de la verbalización de los sentimientos importantes, tal vez por falta de costumbre. Con estos aprovecho los momentos exaltación de la amistad, aún a sabiendas de que una cerveza más o menos no es el motivo del gesto, pero les incomoda menos y yo me quedo tranquila pudiendo compartirlo: no pido más.

A veces recibes una noticia como primicia de algo importante que va a suceder en la vida de alguien y que simplemente te otorga la etiqueta de “especial” por compartirlo contigo cinco minutos antes que con los demás, y de pronto, te sorprende.

A veces recibes un mensaje desde la otra punta del planeta de alguien que entre aeropuertos en un viaje de placer (¡incluso de inmenso y envidiable placer!), te dice: “Tengo ganas de verte, ¿nos da tiempo entre mi vuelta y tu ida?”. Y ese alguien, aterrizado en tu vida hace poco, te cuelga la etiqueta de “especial”, o así te hace sentir.

A veces en fechas que no te gustan, un casi desconocido (si lo valoramos en términos tradicionales –recuérdese que a mí las tradiciones ni me van ni me vienen-) te envía por correo certificado oro líquido en envase de litro con unas palabras llenas de sensibilidad y te preguntas qué significa ser desconocido y si el mundo conoce la profundidad y el sentido real de las palabras, de las sensaciones y los sentimientos, y de cómo se gestan.

especialA veces un simple “¡Qué guapa!” lleno de signos de admiración como respuesta a una foto enviada tras muchos días de ausencia (¡¡qué lento pASa el tiempo a veces!!) te hace sentir especial, e incluso, a la postre, guapa. A veces alguien es capaz de deshacer caminos para que una caja de besos de cebada te acompañe en el viaje de vuelta. ¡Pura vida!

A veces una amiga decodifica sistemáticamente información que sólo Alguien Sensible y perspicaz, como ella, sabría decodificar, y capta tus guiños, también los de este post y te hace no sólo sentir especial por ello, sino importante en su vida cuando comparte sus cotizadas neuras contigo.

A veces alguien te envía un mensaje un día de vacaciones y te cuenta algo que le acaba de pasar, no afortunado pero tampoco grave, y te hace sentir especial porque tal vez tras ese mensaje radica el ser “especial”, porque te lo ha querido contar a ti y no a otra persona, y lo vives como un pequeño privilegio.

A veces alguien, sabiendo que adoras los viernes, te los decora con notas musicales, a sabiendas de que no te actualizas ni a la de tres en ese ámbito, buscando siempre aquel tema que te anime, que te haga vibrar o simplemente sonreír en tu día favorito de la semana.

Así que, a veces, huyo de términos absolutos y miro a la vida, especialmente cuando fuera hace mucho frío, como últimamente (a pesar de las insufribles temperaturas estivales), y agradezco cada uno de esos segundos en los que, por un motivo u otro, un alguien u otro, más o menos importante, más o menos nuevo, más o menos cercano, ha encendido la señal de “me importas” o «eres especial». ¿Qué es la vida sino eso? Y pensando en ello, he recordado este vídeo que ilustra la importancia de hacer sentir a alguien especial. Espero que a todos os lo hagan sentir, aunque sea en la intimidad, que es donde más se agradece y donde más creíble suena. De las palabras vacías, también en lo personal, hablaremos otro día.

Este post tiene banda sonora, no a ritmo de «a veces», pero sí de «De vez en cuando»:

Publicado en Reflexiones, Vida | Etiquetado , | Deja un comentario

La nueva (última) palabra de moda

palabras vacíasMe incomodan esas palabras que se ponen de moda, unas detrás de otras, por riguroso orden cronológico y con el taladro subsiguiente durante meses y a veces años. Algunas hasta llegan a coexistir en el tiempo. No sé si empiezan por la tele o aparecen en el último superventas (o best-seller que es más cool) del último iluminado. No sé si surgen de la nada, pero sí sé que se propagan a la velocidad de la luz, e incluso más rápidamente. Y se anclan en nuestras vidas, arrastrándonos a su uso, muchas veces (por lo menos en mi caso) de forma involuntaria.

Aparecen en escritos, artículos, discursos y posicionamientos, aunque a veces no nos parezcan acertadas, aunque a veces sean incorrectas y aunque suenen poco (o nada) creíbles. De poco sirve intentar convencer de que la última palabra de moda es carente de sentido, insulsa e incluso a veces estúpida y/o inadecuada. Todo el mundo la acaba utilizando y dando por bueno su (mal) uso. Son palabras vacías.

No voy a recordar las que he tenido que ir viendo y a las que he ido y voy sobreviviendo desde hace años, y prefiero no pensar en tantas que quedan por llegar, a golpe de moda… Prefiero centrarme en la nueva última palabra de moda porque esta sí que creo que ha venido para quedarse en nuestras vidas, porque esta sí me la creo. Y, sobre todo, porque creo que parte del éxito que podamos tener se deberá a cómo la gestionemos. Esa palabra es incertidumbre.

Desde siempre he defendido que sólo tengo una certeza en esta vida: que moriremos algún día (salvo Punset, que amenaza con lucir los átomos de su peinado hasta el infinito y más allá). Tener esa única certeza me lleva, casi por vía directa, a aseverar que vivo en un mundo de incertidumbre, aunque la plena conciencia de ese hecho, en mi caso, es relativamente reciente y me ha llegado prácticamente en el mismo momento que al resto de la humanidad, en los últimos años.

La incertidumbre llena ahora páginas y bits y en los últimos días he encontrado algunos artículos interesantes que hablan sobre la misma y sobre su gestión. Este pasado fin de semana, el título de este artículo: “Actitudes ante la incertidumbre” me empujó a su lectura, y, sí, efectivamente, me interesó. Tal vez porque no ofrece fórmulas mágicas; tal vez porque nos invita a aceptar la incertidumbre como una variable que existe; tal vez porque hace años que entendí que no puedo controlarlo todo e intento que sólo me agobie aquello que puedo controlar y que, si consigo controlarlo, deja de agobiarme. Tal vez porque habla de Fluir, un libro que me gustó hace muchos años, tal vez décadas, y cuya lectura creo que repetiré en breve. Tal vez porque reflexiona sobre la importancia de hacer las preguntas adecuadas y es siempre algo que me apasiona…

El artículo me llegaba algo después de que en Twitter compartiera otro artículo, que aún me gustó más, porque amplía mi visión sobre la zona de confort, sobre cómo adentrarnos en terrenos inexplorados puede ayudarnos a amplificar esa zona y a mejorar nuestras aptitudes y habilidades mientras hacemos incursiones en el mundo del error y obtenemos, en función de los resultados, una entrada gratis con buenas vistas a la zona de satisfacción: “Hacerlo diferente marca la diferencia”.

En los tiempos que corren también necesito un poco de positivismo, y éste llegó de la mano de este vídeo que os recomiendo (18 min aprox.). Un vídeo que nos empuja a mirar el mundo con los ojos del niño de tres años que alguna vez fuimos y a descubrir cosas sorprendentes en lo cotidiano. Sólo si nos dejamos sorprender seremos capaces de sorprender a los demás, y yo no quiero dejar de sorprenderme y de sorprender a los míos, sin excusas.

Publicado en Reflexiones | Etiquetado , | 2 comentarios

Mi rubia gaditana…

Apareció un día de febrero o marzo de 2011 renqueando con sus muletas por una calle de Sevilla donde nos habíamos citado, casi sin conocernos, casi sin haber hablado. Fue un encuentro breve, agradable, de descubrimiento, no muy profundo, no había tiempo…

El resto no lo recuerdo… ni me importa. No sé en qué momento la rubia gaditana se convirtió en alguien importante para mí. No sé en qué momento decidí compartir tiempos y espacios siempre que me fue posible. No sé en qué momento empezamos a ser un “dúo” más de la red, de nombre poco glamuroso pero muy creativo, y que lucimos con orgullo. No sé en qué momento consiguió con su conocimiento y cariño que me enamorara de su ciudad y de su gente…

Nos unen muchas cosas: la pasión por las palabras, por el ingenio, por la creatividad, por la honestidad y la coherencia. Nos une también la pasión por lo que hacemos profesionalmente, cada una en lo suyo, tan lejos, tan cerca… Y nos une sobre todo la pasión por vivir, sin medias tintas, sin lagunas, sin resquicios para los grises, casi en un ejercicio de todo o nada…

Nos separan otras cosas, pero sabemos dejarlas aisladas y disfrutar de las que nos unen sin que las otras perturben nuestro oasis de comunicación fluida, divertida, ingeniosa, íntima y personal…  Nos separan, sobre todo, muchos kilómetros, pero la distancia no es el olvido y lo mismo que nos unió, la red, nos mantiene unidas y cerca, a pesar de la distancia.

Hoy mi rubia gaditana cumple años. Seguro que luce preciosa, como siempre, radiante en sus múltiples facetas. La veo vestida de flamenca en la Feria a través de mi Instagram; la veo con su hamaca en la moto camino de la playa llevándome de paquete por las calles de Cádiz; la veo cantando en un karaoke en Alicante o a voz en grito en el coche mientras vamos hacia Cascais; la veo (o imagino) tuiteando una rueda de prensa desde mi escritorio de TweetDeck; la veo escribiendo sus magníficos posts, a propósito de algún caso, que enamoran a cualquier amante de las letras, de los sentimientos, de la música o de la profesión; la recuerdo haciendo preguntas imposibles en foros que nos regalan anécdotas para siempre; la veo compartiendo las bolitas azules sobre un mapa del iPad en Madrid… Pero sobre todo veo a mi amiga, sentada junto a mí en un sofá y hablando de lo divino y de lo humano, riendo hasta la lágrima y llorando hasta la risa, en esos pocos pero intensos momentos en los que confluyen las variables tiempo y espacio y podemos pasar algo de tiempo juntas.

Maifrién, mi rubia gaditana, de nombre entrañable… Mi querida Taite: ¡FELIZ CUMPLEAÑOS! ¡Va por ‘usté’!

(P.D.: No se me ocurre mejor manera de hacer algo especial que escribir este post en mi inactivo blog… Este es un post en construcción, pienso llenarlo de enlaces a momentos en cuanto tenga algo de tiempo: ¡palabra!)

Publicado en Ires y venires, Vida | Etiquetado , | 3 comentarios

Nada es para siempre

Este post va a acabar lleno de términos absolutos: jamás, nunca, nadie, siempre, todo, nada…

Creo que nadie sería capaz de desmentir la afirmación «nada es para siempre«. Ni siquiera la vida es para siempre. No obstante, enfocamos y focalizamos continuamente nuestra vida y la de los nuestros en esa expresión «para siempre«.

Hemos crecido con cuentos infantiles donde los protagonistas acababan siendo «felices para siempre«. Nos han hablado del trabajo para toda la vida, hemos pensado que viviríamos siempre en la misma casa, la misma ciudad, el mismo país… Muchos incluso han tenido el atrevimiento de repetir esos votos del cuento infantil y prometer amor eterno, amor para siempre, algo que tampoco se puede garantizar contractualmente.

Cuando el mundo de para-siempre se muestra, como ahora, inexistente; cuando la parada de fin de trayecto de para-siempre no llega y por el camino se trunca el viaje, la gente llega a niveles de frustración insospechados. Hasta hace poco sólo se rompían algunos esquemas, pero ahora se van resquebrajando todos, uno tras otro, y a veces de forma coincidente en el tiempo y el espacio, se dan en la vida de la misma persona.

Cuando el camino hacia «para siempre» se ha inundado, le ha pasado un tsunami, se le han quemado los brotes verdes, cuando algunas de las pérdidas son irreparables, y el nada incierto futuro se convierte en un pozo de incertidumbre, la infelicidad, basada en expectativas que jamás debieron existir, hace acto de presencia sin billete de vuelta.

Focalizados en el «para siempre» hemos perdido la oportunidad de disfrutar de todos y cada uno de los «ahora». Este post es sólo una invitación a disfrutar de los próximos «ahoras»: de esta tarde de domingo, del regusto del café en el paladar, de la sensación de la brisa en la cara, de la sonrisa de un niño, de la película que está a punto de empezar,   del ahora que más te guste, del ahora que ahora vivas…

Porque ahora es el momento de volver a empezar, toda la vida es ahora:

Publicado en Ires y venires, Reflexiones, Vida | Etiquetado , | 7 comentarios

Un año más, un año menos

«Un año más, un año menos». Copié esa frase (que aplicaba a los días más que a los años), de alguien con quien compartí una parte de mi vida. Es cierto, cada año más, cada hora más, cada día más, es también un año menos, una hora menos o un día menos. Afortunadamente eso no me agobia.

Tengo un post en borradores previo al final de año de 2011, un post reflexivo sobre lo que había sido un año para mí, el último, y un año a mi alrededor, en la vida de los amigos y la gente que me importa. No lo llegué a publicar, por múltiples motivos que no tenían nada que ver conmigo y sí con muchas cosas que les han pasado a esos que me importan.

Ya que al final no hubo post de fin de 2011 y bienvenida de 2012 (mi blog vuelve a parecer condenado al cierre), y ya estamos en marzo, sí puedo hacer un resumen de mi último año, del año en que cumplí 41. Este último año ha sido tranquilo, sereno; y la serenidad es mi más grande aspiración, así que puedo darme con un canto en los dientes.

Mi 41 año de vida ha tenido cosas interesantes: un año más de la vida del peque de la familia, que sigo intensamente, de cerca, ilusionándome con cada avance y trabajando para que nuestra relación siga siendo especial; un año en el que he conocido a gente interesante en la red (que históricamente me ha regalado grandes historias de todo tipo); y también fuera de ella; un año en el que han surgido proyectos laborales que no sé si se volverán a presentar y que supusieron un gran reto que aprobamos con nota…

Mi año 41 es también el de mi primer Mac (fotografiado aquí en una noche de verano y lluvia de Perseidas), y el del primer Festival de San Sebastián al que he asistido (que no el último, la agenda ya está bloqueada para repetir); es un año de cine, de mucho cine. Y es también el año en el que decidí formalizar mi testamento vital… (ando trabajando en el emocional, que requiere de dedicación por mi parte).

El resumen de este año es de calma, a veces de calma chicha, puntualmente regada con alguna gota de sorpresa, de ilusión, de emoción… Y también salpicada de alguna pequeña decepción: la vida no es siempre perfecta. Pero mi último año arroja un balance positivo. La serenidad es, para mí, siempre positiva.

Mi parte racional demanda una línea continuista. Mi parte emocional, demanda un poco más de chispa. El cóctel siempre listo para servirse, bien frío. Siempre en eterna contradicción, o en difícil equilibrio. A saber qué me deparará el nuevo año, tal vez un poco de poesía maravillosa de manos de algún hábil tejedor de sueños… Soñar es gratis y no cuenta el tiempo ni el espacio: qualsevol nit pot sortir el sol. ¡A por el 42!

Publicado en Ires y venires, Reflexiones, Vida | Etiquetado | 3 comentarios

Reflexiones previas a los resultados electorales

Lo de reflexionar durante una jornada, lo único que tiene de bueno es que dejan de taladrarte con mensajes, aunque no dejen de recordarte, por activa y por pasiva, que hay elecciones. Algunos llevamos mucho tiempo reflexionando sobre qué hacer con nuestro voto, yo por lo menos hace tiempo que pienso en cómo no desperdiciarlo y compartiendo mi inquietud con amigos y conocidos. Incluso me permití asistir a algún acto que arrojara un poco de luz sobre mi desconocimiento del funcionamiento de nuestra lamentable ley electoral, diabólicamente diseñada para que se instale el bipartidismo de forma continuada en nuestra política, en un sistema sin fin de retroalimentación del sistema, donde no opinar es opinar y donde no decidir a favor de alguien en concreto acaba favoreciéndole muy a tu pesar. La palabra perversión se va a repetir en este post, así que más vale tener claro a qué me refiero cuando hablo de pervertir.

Al hilo de la conferencia que impartió, a mi entender con bastante criterio, Raimundo Viejo, algunas reflexiones se agolparon en mi mente y aún no había encontrado tiempo para volcarlas aquí.

Hace años dediqué algún tiempo al descubrimiento e introducción en el conocimiento de una teoría psicológica, la única que ha conseguido despertar mi interés: el construccionismo social. Una de las cosas que me aportó e interesó fue el análisis sobre cómo el discurso, el lenguaje, construye nuestra realidad (también la colectiva), y no a la inversa, algo que es fácil de observar aunque no solemos hacerlo. Os invito a observar vuestro entorno, o mejor «escucharlo» bajo ese prisma del lenguaje, descubriréis cosas muy interesantes. Cuando Viejo reflexionaba sobre lo anormal del discurso que vivíamos en época electoral, no pude estar más de acuerdo. Verbigracia: ¿por qué lo primero que se ofrece en las noticias los días de votaciones es una frase del tipo «las votaciones se están desarrollando con completa normalidad»? Las elecciones de 2011 son las décimas desde la transición, ¿por qué no deberían llevarse a cabo con normalidad?

Recuerdo que cuando empecé a oír la palabra «desafección» ligada al ámbito político me sorprendí. No había vuelto a pensarlo, porque ya se había instalado en mi vida, como en la de todos, como otra de las perversiones del lenguaje y porque siempre parezco la friki que hace ese tipo de reflexiones en mi entorno y noto que me miran raro. Pero es que mezclar política o políticos con el afecto es cuanto menos, perverso. Y Viejo reflexionó sobre eso y me devolvió, al compartirlo, a mi pensamiento de hacía meses: ¿por qué deberíamos tenerles afecto? Los políticos deberían ser confiables, creíbles, pero no «amables» en la acepción de «queribles». Esas perversiones del lenguaje se instalan en nuestras vidas y en nuestro propio lenguaje.

La última perversión y la más grave, en mi opinión, ha sido la de convertir a alguien en presidente muchos meses antes de que eso sea así, antes de que las urnas decidan, antes de que siquiera una decida su voto individual. Todos los medios de comunicación se volcaron apoyando con su discurso, por ser afines, o criticando, por ser contrarios, pero todos han dado por hecha esa elección desde hace muchos meses y la ciudadanía también se ha sumado a ello. La construcción de la realidad global ya estaba hecha y así ha ido permeabilizando durante meses en nuestra sociedad de la mano de todos los medios masivos de comunicación. Hoy las urnas seguramente lo reflejarán y nunca sabremos qué fue primero, si la gallina o el huevo.

De esa conferencia a la que asistí me sorprendieron varias cosas: La principal, la gran inquietud que alrededor del voto había en públicos de todas las edades. Pero también descubrí a una ingente cantidad de personas con criterio que quiere contribuir a cambiar las cosas. Lo mejor, no obstante, fue escuchar la intervención de Paco, un vecino del barrio, un tipo que supera seguro con creces los 65, que intuyo tiene un ligero Parkinson y a quien si pudiese votar, votaría. Paco dijo muchas cosas con mucho sentido común: «Voy a abstenerme, porque este sistema me ha dejado fuera, y yo no lo valido, y votar es validarlo». Una buena metáfora ilustró su discurso: «Ya sé que pago la fiesta y las cervezas que se tomen en el bar, pero no es lo mismo que me roben la cartera y con ella paguen las cervezas, que que entre yo en el bar, abra mi cartera y las pague voluntariamente». Me dieron ganas de compartir con él la abstención, porque tenía toda la razón en ese discurso obrero, carismático, inteligente y sencillo. Un discurso no nacido en ninguna facultad, sino de las vivencias de tiempos anteriores, postfranquistas, de alguien que vivió revueltas en el Puerto de Barcelona. Un discurso tranquilo, sin gritos, sin pedir nada más que ganas de cambiar las cosas. Él sigue intentándolo. Si algún día me lo tropiezo por el barrio le invitaré a una cerveza y me enriqueceré con sus palabras.

Hoy he votado, validando el sistema sin ganas de hacerlo, pero sin saber de qué otra forma puedo cambiarlo. He votado como vengo haciendo desde que tengo legitimidad para hacerlo. He votado, como doy sangre, desde que los bancos de sangre aceptan mi donación. Ambas cosas las hago porque considero que son mi deber como ciudadana y mi responsabilidad con la sociedad. Eso sí, voto sin esperanza, sabiendo que retroalimento un sistema en el que no creo, mientras que dono sangre para ofrecer esperanza a otros y, desde el anonimato, sé que lo consigo.

Publicado en Ires y venires, Reflexiones | Etiquetado , | 2 comentarios

Pilares y símbolos

Hace unos meses como parte de una sesión en la que había que compartir algo más que temas relacionados con nuestra vida profesional, nos pidieron que llevásemos algo que hablara de nosotros, en forma de canción, de foto, de objeto tal vez heredado…

Hice esa elección casi al momento, no tuve duda de que I will survive interpretada por Gloria Gaynor era mi canción, no por la historia, sino por ese mensaje de seguir adelante, de lucha, de tener claro que siempre hay una salida posible, por hondo que sea el pozo. Y, sobre todo, por la energía que desprende.

Escogí también una foto, de poca calidad, pero de mucha profundidad. Es una foto de mi hermano saliendo del paritorio con su hijo en brazos, con una sonrisa emocionada y los ojos brillantes también de emoción, en el momento más importante de su vida hasta entonces. Llevaba en brazos no sólo lo que más quiere en la vida, sino también lo que más quiero yo. Esa foto, la primera de mi sobrino, sigue emocionándome.

En el último momento escogí también un tercer objeto, que no llevé: lo había perdido. Era una pluma que me regaló una buena amiga en un momento en el que estaba cabreada con la vida; recuerdo sus palabras: «como te gusta escribir, escribe y piensa qué quieres hacer». La pluma no era mágica, no os hagáis ilusiones. De forma más o menos regular, sigo cabreándome con la vida (la cabra tira al monte), pero la madurez hace que me cabree con más calma, con otra medida,… y que se me pase un poco antes.

Cuando posteriormente reflexioné sobre la elección de mis tres elementos (en realidad sólo me habían pedido uno de ellos) me di cuenta de que había escogido tres que respondían a los tres pilares que sustentan cualquier vida, o por lo menos la mía: el yo individual, ese con el que convivo todas las horas del día, todos los días del año; la familia, ese núcleo en mi caso pequeño que es, al final, con el que puedes contar; y los amigos, porque los objetos no tienen valor por sí mismos, sino por lo que representan o por el valor que les confieres.

Ayer fui a comprarme una pluma, no era una pluma cualquiera, era una pluma idéntica a la que hace unos meses perdí y no encuentro. No suelo perder cosas y cuando sucede, me pone de mal humor, más si es un regalo. En la nueva, sólo cambia el color, tal vez para recordarme que los momentos tampoco son nunca los mismos, siempre sufren variaciones, se parecen pero no son iguales.

De hecho, ahora (u hoy o últimamente) no estoy especialmente cabreada con la vida. Como mucho, ando decepcionada y defraudada -que es peor que cabreada-  con (o por) un mundo que nunca entendí y que cada día comprendo menos.

Hace décadas -también en aquel momento- que escribo más bien poco de forma analógica, las teclas ocuparon el espacio de los bolis y las plumas. Hoy escribo este post acompañada de mis dos placeres de escritura: el teclado magnífico de mi Air (hay un antes y un después tras probarlo) y mi flamante nueva Pilot, reposando en la mesa. El café y la lluvia ofrecen las condiciones ideales para apretar cada tecla. Si además alguien lo disfruta… ¡Bienvenid@ sea!

Publicado en Ires y venires, Música, Vida | Etiquetado , , , | 5 comentarios

Tiempo para el adiós

María es un nombre muy común que hoy ha cobrado vida. María era una tuitera, y digo era porque ayer falleció. Su madre, a través de la cuenta de Twitter de su hija, ha sido la encargada de compartir con sus “amigos” virtuales la noticia.

Imaginar a una madre acercándose a un medio que seguramente le es ajeno, para depositar primero el mensaje de la muerte de su hija y luego mensajes personalizados para algunos de sus seguidores, e intuyo que algunos mensajes privados, me ha chocado. Supongo que responde a una voluntad de la propia María, que estaba enferma y debió tener tiempo para planear despedidas varias. Estoy segura de que su madre también haciéndolo hoy se sentirá reconfortada, porque recibirá muchas muestras de cariño y de soporte, que seguramente no esperaba.

No conocía a María, ni siquiera la seguía en Twitter ni ella me seguía a mí; tampoco conozco a su madre. Vivo como espectadora lo que está sucediendo en su TL, emocionada, con un nudo en la garganta, que muchos compartimos.

Hablamos mucho y sabemos poco de los demás, hoy lo reflexionaba en privado con otro de esos ‘amigos’ virtuales que no sabrían más de mí si desapareciera, a pesar de que cada día interactúo con él, como con tantos otros, como mínimo una o dos veces al día, aunque sea para decirnos “Buenos días” o para hacer algún guiño cómplice a algún comentario que intuimos esconde algo de lo que está pasando ese día. Pero como él apuntaba, sabemos poco de los demás en general, independientemente del canal por el que nos conozcamos o comuniquemos, lo ha definido magníficamente como la “sensación iceberg”. Poco más puedo añadir.

Hace unos meses pensé en hacer testamento, el tradicional, y a él sumé la intención de hacer el vital. Pensar en ese trámite me obligó a cuestionarme problemas que hoy no tengo y que, dicho sea de paso, espero no tener… Algunas de las cosas que me tuve que plantear, requieren de mensajero, y habrá que encontrar el mensajero adecuado y facilitarle la información adecuada.

Normalmente no se tiene tiempo para despedirse y si se tiene, señal de que algo duro ha pasado, probablemente una larga enfermedad. María debió tenerlo y hoy, ella, que ni siquiera me conoció y a la que nunca conocí ni conoceré, y su madre, probablemente poniendo en práctica su última voluntad, nos han dado una gran lección de vida.

Publicado en Vida | Etiquetado , | 4 comentarios

4 días, 3 pelis

Estos cuatro días de fiesta me los he tomado como si de unas minivacaciones se trataran. Me hacía falta descansar, del trabajo, del ajetreo, de la vida social que a menudo nos forzamos a tener para suplir la ausencia de tiempo durante la semana y que, aunque de otra forma, también agota.

Si tuviera que resumir estos días lo haría en: horas de sueño, unas 34 repartidas en 4 noches, bastante más del promedio habitual; actualizaciones varias tecnológicas; varias sesiones de carbohidratos (dos pizzas y una fideuá), todas ellas en compañía excelente, bien familiar, bien de amigos -de las calorías asociadas hablaremos en otro momento-; algún tiempo preparando platos sencillos en la cocina, sin pretensiones; música de fondo, que si Pedro Guerra, que si Fito y los Fitipaldi, que si Drexler, que si Ruibal; y, cómo no, CINE. Pero esta vez, el cine, ha venido en buena parte de la mano de la tele.

Dos películas que ya tienen años y que tenía pendientes han caído circunstancialmente en mi mando a distancia, en el momento adecuado y en algún caso, en canales que ni siquiera sabía que existían. Así, el domingo (creo) descubrí que en el canal Super3/3XL me ofrecían la posibilidad de ver «V de Vendetta«. Teniendo en cuenta el momento histórico lamentable que estamos viviendo y la proximidad del 5 de noviembre, tiene su qué ver la peli justo ahora. Ayer la película vino de la mano de La2 -eso de poder ver cine sin anuncios siempre suma puntos- y Tim Burton y «La novia cadáver» se contaban también entre mis pendientes. Así que disfruté de otro tipo de narración, que me pareció también sensacional.

Hoy una cita para ir al cine, en sala grande, como debería verse siempre el cine, me ha conducido a ver «La voz dormida» que no puede ver mientras estuve en el Festival de Cine de San Sebastián, porque a pesar de ser estrenada allí, fue en los días en los que yo ya no estaba.

La película es una adaptación de la novela de idéntico título de Dulce Chacón, y es casi un homenaje que Benito Zambrano rinde a la desaparecida escritora. Para ello escoge un magnífico elenco femenino protagonista, entre el que brilla con luz propia María León, que realiza un espectacular trabajo y convence en cada momento: sufres, ríes y te ilusionas cuando ella lo hace. No sé si Zambrano es uno de esos «directores de actrices», sé que me emocionó con Solas y la magnífica actuación de sus protagonistas y lo consigue, una vez más, con María León e Inma Cuesta, y también con un montón de secundarias, imprescindibles para la historia.

He pasado sobrecogida y con la angustia acompañándome, aposentada en mi pecho, toda la película; una angustia que no sólo tenía que ver con que la película esté bien hecha, bien interpretada o bien dirigida, que en mi opinión lo está, sino que tenía que ver, especialmente, con la proximidad de los hechos históricos que relata, con la certeza de saber que hubo miles de historias similares con idéntico o parecido final. Porque aunque algunos insistan en dejar de lado la memoria histórica, olvidarla es renunciar a nuestra historia, a la más reciente, a los errores que se cometieron, en todos los bandos, pero que se acabaron sufriendo cruentamente en el bando de los perdedores.

La voz dormida es una película de mujeres españolas tras la guerra civil, en los primeros años de la dictadura. Algunas militantes, otras, simplemente, madres, hijas, novias, hermanas o amigas de alguien a quien el régimen tachó de algo, justa o injustamente. Todas sufren y todas luchan, algunas por sus ideales, otras por seguir vivas y otras se sacrifican para que el mundo, tal vez, pueda ser mejor.

No recuerdo tanta angustia desde que vi Salvador, que me arrastró a una situación similar. Algunas lloramos en el cine, sin tapujos, pero con películas como estas, lo hacemos desconsoladamente y cuando se acaba la película no se acaba el mal rollo,  ni la angustia, y la desazón te acompaña; te acompaña la certeza de saber que eso es una recreación de historias reales, que hubo muchas, que son cercanas. Una no puede dejar de pensar que el octogenario que tenía sentado delante vivió eso… Porque hablamos de historia viva, historia reciente, de la que los damnificados tienen miles de nombres anónimos. Ojalá nos ayude recordarlo para que algo así no se repita jamás, y aunque reconozco que me queda poca fe en el ser humano, intentaré ser optimista.

Publicado en Cine, Vida | Etiquetado , , , | 1 Comentario